La luna rojiza

Kiru aprovechó la multitud que se agolpaba en la entrada al pueblo para camuflarse un poco entre la gente. Era la hora en la que los comerciantes, que habían salido más tarde y a zonas más lejanas, volvían cargados de cosas. La luna rojiza iluminaba lo suficiente como para no encender la luz de las calles. Desde que se había vuelto roja y brillante, la vida se había extendido pasado el atardecer.

La luna de Gathelic, capítulo III.

Tumbado sobre la hierba, a la altura de sus ojos podía ver la luna rojiza, brillando con más fuerza que nunca. Oyó la voz de Seyla, algo más lejos, que comenzó a entonar una canción dedicada a la luna. La mayoría del grupo la siguieron, a distintos pulsos, formando un canon musical. Entre el sonido y la imagen de la luna, parecía realmente una experiencia mística, hasta que Vila susurró en su oído, rompiendo la magia.

La luna de Gathelic, capítulo VII.

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