Reflexiones I
Hay veces que grabamos en nuestra cabeza frases aleatorias que nos marcan para el futuro. Citas que, probablemente, el autor ni siquiera recordará haber dicho pero que tú recordarás para siempre.
Un amigo y lector Beta de Gathelic me dijo el otro día algo, hablando de personajes y tramas, que me dejó reflexionando, y que creo que va a convertirse en una de estas citas que me van a acompañar. La cita en cuestión es la siguiente:
A una historia nos acercamos por la trama, pero nos quedamos en ella por los personajes.
Esta cuestión, que aunque para otros resulte obvia, para mí es importante porque hasta ahora siempre he dudado sobre cómo presentar los personajes que escribía, haciéndome las típicas preguntas: ¿Son lo suficientemente interesantes? ¿Están lo suficientemente descritos pero lo suficientemente abiertos para dejar que el lector imagine? ¿Paso de describirlos y me centro en la trama?
En gustos los colores, evidentemente, pero es que yo soy de esas lectoras que no suele necesitar saber todos los pequeños detalles como el color de ojos o cabello, porque aunque me los digan, probablemente los olvide y me los imagine a mi manera. (Para otro momento las anécdotas en las creía firmemente en el pelo “rubio” de Shallan o el vestido “rojo” de Rebecca, la película de Hitchcock que solo existe en blanco y negro)
Cuando escribía Gathelic, tampoco tenía claro a veces el color de pelo de los personajes, pero lo que sí que tenía claro era la personalidad de cada uno y aquello que los motivaba.
Quería dos personajes protagonistas (con puntos de vista alternativos) y sabía que uno de ellos sería una heroína fuerte porque necesitamos más mujeres fuertes y el otro punto de vista lo llevaría un personaje bastante torpe porque no todos los personajes tienen que ser heroicos (¿Y de qué va tu sección de D&D entonces? Calla, Inés, que me fastidias el post).
Y es que solemos preocuparnos mucho de hacer una descripción física detallada y cuidada del personaje, pero la verdad es que en la mayoría de casos no importa tanto el color del pelo o el del vestido (excepto si es relevante en la trama por algún motivo), sino cómo son realmente esos personajes: qué hacen, cómo piensan, qué les gusta, cómo se comportan y qué les mueve.
Y son todas estas cosas, dicen, lo que va a hacer que el lector se quede.
Ahí os dejo mi reflexión de hoy. Sobre Kiru, la heroína fuerte y Taras, el personaje torpe, os cuento más otro día.
Nota: en este blog solamente reflexiono sobre escritura. NO es un curso de escritura 🙂